Valores, no derechos
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En ocasiones se producen acontecimientos que ponen a prueba la solidez de
una sociedad. Estos meses, desde que iniciara la huelga de los sindicatos
del se...
martes, 1 de diciembre de 2009
La justicia y la elegancia
Todo parece indicar que las personas hemos empezado a perder capacidades básicas propias de la vida en sociedad. Como ya se ha dicho por aquí, los gobernantes han tirado la toalla en materia de educación, así que lo que nos recetan son leyes que rigen cada uno de los pasos de nuestra vida cotidiana, desde el uso del teléfono móvil hasta cómo y cuándo podemos tomar un baño en la playa.
Pero si vamos un poco más lejos, comprobamos que no sólo se nos dictan leyes que encorsetan nuestras actividades públicas, sino que las privadas también se ven sujetas a la continua revisión por parte de la justicia. Todo esto con el agravante de que lo hacemos por voluntad propia.
En cierta medida a lo que estamos asistiendo, casi sin darnos cuenta, es a una judicialización permanente, no ya de la función pública, la cual no parece tener más mecanismo de control que el que impone el Poder Judicial, sino de la propia vida privada. Quién más y quién menos tiene un asunto en vías de resolución en sede judicial. Incluso empieza a ser síntoma de categoría social ir afirmando por ahí cosas como "es que le he puesto un pleito a fulano porque me debía cinco mil euros". Viste mucho eso de tener abogado. Además al letrado se le tiene que tratar en posesivo: "Mañana tengo reunión con mi abogado", más aún cuando son varios: "Mis abogados le van a poner una demanda al pavo este que se va a cagar", con perdón.
Esto tener muchos abogados y llevar a juicio a todo el mundo empieza a mostrar síntomas de moda. Una suerte de tendencia que pasa por ir recetando juicios o amenazas de pleito como método de entendimiento entre los individuos. "O haces lo que yo quiero o te pongo una denuncia", parece ser la consigna que corre de boca en boca sin caer en la cuenta de que se trata de un recurso de última instancia y no una práctica habitual de entendimiento entre las personas.
Dicho de otra forma, ir poniendo juicios a todo el que nos saluda, o nos deja de saludar, no es elegante. Lo realmente elegante, amén de inteligente, es llegar a acuerdos. Aunque quizá de tanto ver al famoseo engrandecerse por la vía del juicio nos creemos que es lo lógico, lo moderno. "Si Belén Esteban va de juzgado en juzgado, yo no voy a ser menos", es la motivación de algunos. Más aún ahora que vemos a miembros de la aristocracia -mayormente a los aristócratas de braguetazo- demandando a sus semejantes. Entonces ya hasta tiene que ser elegante eso de pleitear continuamente.
Ya el mítico alcalde jerezano, Pedro Pacheco, certificó hace años aquello de "la justicia es un cachondeo". Ahora lo único que estamos es asistiendo a la entrega de nuestra capacidad para llegara a entendimientos, negociar o incluso convivir. Por eso queremos dejar en manos de un tercero, especialista en interpretar leyes, las decisiones que no queremos o no podemos tomar, cuando no lo que buscamos es algún tipo de revancha o resarcimiento contra el prójimo.
Ayer me contaba una amiga que ha sido demandada diecisiete veces en un mes por su antigua pareja. Yo me inclino a pensar que lo que pretenden este tipo de individuos es recuperar en el juzgado lo que no fueron capaces de conseguir en la casa... o en la cama.
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5 comentarios:
La última afirmación no es muy acertada,mejor haberla obviado.Con respecto al tema de que nos ocupa, el primer día en la facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla,en la primera clase magistral,el catedrático nos hizo este comentario:" más vale un mal acuerdo que un buen pleito".Creo que con eso queda dicho todo,y más cuando los demás profesores que fueron pasando por nuestra aula repetían dicha afirmación.
Ahora bien,yo añado,lo elegante de verdad es no tener problemas, ni buscarlos,siempre que se pueda.
Un saludo.
Nacho,
Esa sentencia es un principio básico del derecho pragamático, si bien en los negocios se aplica de igual manera. Ahora bien, en la profesión de la abogacía no siempre lo que más interesa es un "mal acuerdo", sino un pleito, bueno o malo.
Sobre lo de la afirmación final, no entiendo muy bien lo "desacertado" de la misma. Pero a lo mejor me dejé llevar por tan reciente revelación.
Gracias por tu comentario.
Tengo un amigo al que su ex mujer le tenía frito a demandas por el perro que antes compartían y al que los dos adoraban.
Un buen día el perro se escapó. Sospecho que muertecito de hambre.
Entonces su ex mujer le denunció por quedarse con todos los paños de cocina que antes compartían y los dos adoraban.
En la actualidad siguen siendo infelices...
Besos.
Paco:
Este es un momento histórico porque por primera vez no coincido contigo. Creo que en España la justicia y poner pleitos no puede ser una moda. Es sencillamente imposible por el funcionamiento de nuestra Justicia y lo inaccesible de la misma. Si funcionara como en EEUU tal vez podríamos caer en esa tentación, pero en un país donde existe la maldición gitana "Pleitos tengas y los ganes" no puedes aspirar a una justicia de verdad. Como sabes, ya me he quejado en mi blog del mal funcionamiento de la justicia, y opino que hasta que la Justicia no sea universal y rápida no habrá Justicia. Un fuerte abrazo
Estimado Kutusov,
Lo creas o no, volvemos a coincidir. Si la justicia fuera tal, entonces los que ponen pleitos para fanfarronear o para atemorizar al prójimo se lo pensarían dos veces. Además, esta tendencia profundiza más en el colapso de la administración judicial y, por ende, en que la justicia, como dicho Pedro Pacheco, sea un "cachondeo".
Un abrazo.
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