viernes, 16 de noviembre de 2007

Los caminos de la elegancia


Me piden que escriba algo sobre lo que sí es la elegancia y que abandone, puntualmente supongo, el continuo negativismo -el cual realmente se convierte en positivismo al comprender que lo contrario de lo que se viene vilipendiando en este blog es el modelo a seguir- de estos pasajes sobre lo divino y lo humano. Haciendo un esfuerzo sobrehumano intentaré explicar mi criterio acerca de lo que sí es elegante. Sin embargo, lo haré por medio de la exposición de los diferentes modelos de lo que podríamos denominar “elegancia”. En otras palabras, no hablaremos del detalle que tanto nos ha ocupado, sino de la generalidad y el fondo de la cuestión.

Existe un primer camino hacia la elegancia que consiste en acatar y seguir una serie de normas mínimas de comportamiento, firmemente asentadas en el sentido común, que conllevan un cierto grado de discreción y sencillez, acompañados por el buen gusto universal. Me refiero al camino tedioso, pero impecable, de la normalidad. Así como el sentido común es el menos común de los sentidos, la normalidad es el menos habitual de los comportamientos sociales. Al ser humano le apasiona huir de la homogeneidad –no en lo social, claro está- lo cual no es perjudicial en sí, lo malo llega cuando para salir de aquella se cae, de forma flagrante, en la vulgaridad.

Lo normal es bello, es elegante, en tanto que no cae en lo vulgar. Claro que es muy probable que muchos piensen que lo normal es seguir la corriente de la moda del momento, desde los caballeros con pantalón pirata hasta el chándal –o buzo- en el supermercado, pasando por los “crocs” de plástico amarillo. Tremendo error. La normalidad implica disciplina, sobre todo para no caer en la trampa de la “tendencia del mes”. Así se rompe con la homogeneidad: eliminando de nuestro armario, de nuestro comportamiento público y de nuestro estilo de vida cualquier síntoma de seguidismo social.

Pero existe otro camino hacia la elegancia, un sendero que se bifurca en dos, como veremos más adelante, y que significa, fundamentalmente, romper con la mediocridad. Este es un camino mucho más complejo, inhóspito, peligroso y generalmente cargado de sentimientos encontrados. Es lo absolutamente opuesto a la vulgaridad, pero igualmente la antitesis de la normalidad.

La complejidad de esta senda elegante radica en el difícil equilibrio que debe alcanzarse para sobresalir sin caer en lo ridículo, destacar sin entrar en lo ostentoso, brillar sin parecer una figura de relumbrón. Convendrán conmigo en que es realmente difícil.

La carretera se vuelve inhóspita cuando se levantan envidias. Cuando se rompen los moldes y la sociedad rechaza lo elegante porque no lo comprende. Lo cual llega a ser peligroso, como lo fue para los grandes iconoclastas de la Historia. Esos grandes hombres y mujeres al los cuales sólo el tiempo ha puesto en su lugar: Oscar Wilde, Wallis Simpson (y Eduardo VIII), Ramón María del Valle-Inclán… Ellos fueron acreedores de los sentimientos encontrados que proceden de los demás. De la admiración a la envidia. De la aceptación a la ridiculización.

Como digo este camino tiene a su vez dos ramales bien diferentes. El primero es el que siguen aquellos que conocen y siguen los dictados de la moda, adaptándolos a su propia individualidad. Intentando lucir espléndidos, pero sin estridencias, sin caer en los infinitos peligros que encierra la imitación y el gregarismo. El otro sendero es el de la ruptura absoluta con las modas y los convencionalismos: el dandismo. Sobre el cual hablaremos largo y tendido.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Incluso, para este tema, existe una tercera vía, hoy obviada, más si cabe, que la del traje y el cuerpo. Ponía Rostand en labios de su Cyrano: "Moi, c'est moralement que j'ai mes elegances" (Mi elegancia es moral). ¡Recuperémosla!.
Recibe mi afectuoso saludo.

lola dijo...

Pregunto: son elegancia y glamour sinónimos, porque después que han dicho que la reina Isabel de Inglaterra es glamorosa, ando un poco perdida.
Saludos. aha, para glamour y elegancia mi vecina, jajaja.

ev dijo...

Bonito texto. Me gustó mucho el aporte de "in memoriam" con esa frase:
"Mi elegancia es moral"

Pakithor dijo...

Mi estimado Vicente, ¡cuánto tiempo!. Para mi la "elegancia moral" no es un camino alternativo, sino que se trata de una condición sine qua non para ser elegante. El problema de fondo está en que los modelos de elegancia oficial realmente desconocemos si cumplen este requisito, de ahí que no debamos sentirnos deslumbrados.

Hola Lola. La verdad es que eso del glamour a mi me cuesta asimilar qué es. Sobre todo cuando a diario nos están bombardeando con personas tan glamourosas como Paris Hilton o Victoria Beckham.

Gracias por el comentario Uma. Esa es una gran reflexión: ¿por qué en el mundo en que vivimos la elegancia anda de capa caída?.

Eve, no tengo que decirte quién me pidió que escribiera en sentido positivo. Gracias.

Anónimo dijo...

y quién determina que es elegante o no ? Todo resulta objetivo, salvo casos flagrantes.

un abrazo.

John Constantine dijo...

Tengo la impresión de que sólo es elegante quien está comodo consigo mismo.

De ahí que existan muchas estrellas y celebridades que, aunque estén vestidas por los mejores diseñadores, pues algo les falla. Y no es el envoltorio, es la conexión con el mismo

Y existen otros, como el ya mentadísimimo George Clooney, que sabe dar empaque a un simple jersey.

Y muchas gracias por su comentario en mi blog, Sr pakithor.

Si ha leído "L.A. Confidential", de James Ellroy (y si no lo ha hecho se le recomiendo vivamente, auqnue haya visto el film), le diré lo que le dice un personaje a otro, con una carga de profundidad impresionante :

"Gracias por el empujón"

Anónimo dijo...

Para mí la elegancia, al igual que para vosotros, no se limita al aspecto físico (incluida vestimenta). También abarca el comportamiento de una persona, su saber estar e incluso su forma de expresión. Por ejemplo, considero a Nati Abascal una mujer de imagen y estilismo exquisitos, pero cuando la oigo hablar... todo eso desaparece. La elegancia abarca muchos aspectos y todos totalmente subjetivos al gusto de cada uno, por eso es tan difícil de determinar qué es o no elegante.

Un saludo Pakithor.

Anónimo dijo...

Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.
Balzac
Besos

Gratistotal dijo...

que grande eres
eres grande entre los grandes

Pakithor dijo...

¡Gracias, Raquel!. ¿A qué debo semejante honor?.

Gratistotal dijo...

PORQUE BUSCAS LA ELEGANCIA Y HUYES DE LA MEDIOCRIDAD

Pakithor dijo...

Pues es lo que se intenta, Raquel, lo cual resulta muy difícil en estos días que nos tocan vivir. Te invito a que leas el primer artículo del blog para comprender cuál es la idea.

Por cierto que me gustó tu blog. ¡Intercambiemos links!

Gracias de nuevo y saludos afectuosos.

Gi dijo...

muy buena nota... besos

El Aristócrata dijo...

Totalmente de acuerdo con Jordana. Nati Abascal a primera vista parece una mujer elegante pero cuando la escuchas hablar te das cuenta de q todo es forzado y esa inicial elegancia q creias natural se desvanece en un abrir y cerrar de ojos

El Aristócrata