domingo, 15 de abril de 2007

El lujo y la elegancia I


Define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo siguiente:

lujo.(Del lat. luxus). 1. m. Demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo. 2. m. Abundancia de cosas no necesarias. 3. m. Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo.

En su conformación coloquial “lujo” se asimila a exclusividad, a precios elevados, fuera del alcance la mayoría, pero también a la tenencia de objetos o la vivencia de experiencias fuera de lo corriente. Así decimos: “Es un lujo compartir una tertulia con Fernando Savater”. Lujo es todo aquello que se sale de lo habitual para las personas, resultando algo absolutamente personal y relativo. No obstante, lo que prevalece y se nos quiere inculcar es que lujo es la representación de lo exclusivo y, en consecuencia, de lo extremadamente caro.

Incluso en el mundo del lujo, entendido como la fabricación y venta de productos y servicios de muy alto precio, se pretenden establecer dos categorías: lujo y superlujo. En este sentido me llamó poderosamente la atención una entrevista realizada por un medio italiano al máximo responsable de la marca Fendi, la cual ha logrado mantenerse a flote mediante su reclasificación del “lujo” al “superlujo”. ¿Cómo se logra esto?. Muy fácil, subiendo los precios y reduciendo la producción para hacer el producto mucho más “exclusivo”. Así es como funciona esta industria, claro que detrás de todo hay una ingente cantidad de personas que se lo creen.

En los últimos años estamos siendo testigos de la correlación que los medios, principalmente los especializados –moda, decoración, estilo…-, quieren establecer entre lujo y elegancia. En los números recientes de dos revistas, una de las cuales tiene como subcabecera “El valor de la elegancia”, se pretender asimilar absolutamente ambos conceptos: lujo y elegancia. En amplios reportajes se muestran artículos carísimos sin los cuales casi que ningún ser humano podría ser considerado "elegante". Este es un intento puramente mercantilista y totalizador de definir la elegancia como la posesión de objetos de precios prohibitivos, a los cuales se define como “lujo”. Cuanto más “lujosos” –o “superlujosos”- sean los bienes que se poseen o los servicios que se consumen, más elegante es su portador.

A todas luces esto no es más que la intención dudosamente legítima de dignificar el fenómeno conocido como del “nuevo rico”, es decir, la idea de que se puede ser elegante simplemente por alcanzar cierto nivel económico que permite adquirir productos y servicios con precios muy elevados y fuera del alcance del vulgo. Claro que a lo mejor yo estoy equivocado y de lo que se trata es de embaucar precisamente a un sector de la población para que consuma artículos de precios elevados.

Lo que esto significa en definitiva es que, una vez más, los medios masivos nos inculcan valores equivocados. El lujo es un concepto banalizado hasta el punto de que se ha establecido en el imaginario común globalizado que la posesión de determinados objetos nos imprime cierto carácter de elegancia. Los iconos del mundo actual pasan por el denominado “lujo”, que no es más que una industria dedicada a la elevación artificial de los precios por medio de diversas estrategias de comercialización.

6 comentarios:

ev dijo...

Paco, un lujo y un placer es estar tomando sol tranquilamente en una playa costarricense de éstas de las que aún nos quedan muchas, sin edificios, sin contaminación, casi solitarias, así como en la que acabo de estar recién, con bebida fría a la mano, medios para salir del intricado camino empedrado, salud y ganas para hacerlo. Elegancia es decir que ese paraíso es de todo aquel que lo sepa cuidar y compartir.
Me gusta mucho este Blog tuyo porque trata de desmitificar conceptos que muchos solo siguen y no se cuestionan porqué, de las que muchos quieren y no saben si lo necesitan. Circunstancias que delimitan desigualdades mentales y simplemente materiales que marcan la deferencia en la dinámica del consumismo y superficialidad que tanto agota este mundo. Pero tanto que vende ¿no?, tanto “éxito y fantasía” que da a quienes creen tenerlo, porque simplemente pagan por ello. Pero el problema para mí, no es tener muchas posesiones o riqueza material, el problema no es que alguien pueda pagar lujo o súper lujo, el problema es la integridad interior que exista en el hombre en confrontación a ello. Que la riqueza material (mercancías) no prevalezca por sobre lo que realmente debe tener valor. ¿Qué vale más, el cuerpo o el vestido? ¿Que vale más, el espíritu o el cuerpo? Claro que hay cosas que no las paga el dinero y eso todos los sabemos. La dignidad humana es una, pero bien ¿y que de los pobres? Riqueza es tener salud, familia, amigos, pareja, amor, manos y mente para trabajar, poder ser productivo, poder crecer y tener conocimiento y sabiduría, tener sueños y metas en los cuales creer, respeto por la vida. Y tener todo eso es dignidad, cosa que ya pareciera ser un lujo para muchos. Es un lujo cualquier exceso material que yo pueda tener, si mil millones de personas del total del planeta viven con solo un dólar diario. Como vos mismo decís, ¿que relativo es todo no?

Pakithor dijo...

Una lectura que me marcó profundamente en mi más tierna juventud fue la de "Tener o ser" de Erich Fromm que ataca sin piedad la sociedad consumista en la que nos movemos. Recomiendo su lectura profundamente, a pesar de que yo nunca he creído en el Humanismo del que Fromm es figura de referencia.

Gracias por tu comentario Eve.

Dexter dijo...

Pues para qué nos vamos a engañar, yo no soy elegante ni mucho menos un amante de los lujos. Lo primero porque me gusta llevar ropa informal y rara vez me pongo zapatos. Y lo segundo porque no puedo, obviamente :D Pero más allá del dinero, me parece una vergüenza como ser humano que alguien se gaste miles de euros pongamos en un bolso, cuando como bien dice ev hay 1000 millones de personas subsistiendo con un euro al día.

Otro motivo es el personal. Siempre he sido muy práctico, y si necesito un objeto X buscaré aquel que me proporcione mejor relación prestaciones/precio.Como todo el mundo, supongo. Y por eso mismo no entiendo por qué existen todas esas marcas exclusivísimas.¿Por qué son más bonitas? ¿Para "fardar" delante de los amigos?

En fin, allá cada uno con su dinero, pero en mi opinión tu siguiente post debería tratar por qué alguién se puede gastar una fortuna en cualquier tontería y luego puede dormir por las noches.
Un saludo

Anónimo dijo...

Lindo blog Paco… el concepto de lujo que nos da Ev, es el concepto filosófico que yo también le daría a la palabra. Pero si nos referimos a la definición 3.m. según RAE: “Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo” por ejemplo… me sucede a mi cuando compro productos de Costa Rica aquí, en especial el café, ya que lo considero un pequeño lujo por ser un poco más caro que otras marcas!!!
Ahora, si comparamos el lujo con la elegancia… para mí pueden llegar a ser dos cosas diferentes. Una persona puede darse lujos todo lo que quiera, pero puede ser que no sea elegante para nada. Como dicen por ahí: “aunque la mona se vista de seda…”. Pero conozco personas que no gastan en lujos pero SIEMPRE se ven elegantes. Por lo que concluyo que también viene a ser una cuestión de –gusto y de clase. Lamentablemente, como bien lo dices, hoy día y en esta parte de nuestro mundo no es más que una industria que se especializado en el mercadeo de lo artificial, a la comercialización… y por ende crear esa “enfermedad” de querer tener lo último en la moda… del que tener más y mejor que otros.

What if... dijo...

Efectivamente, yo tampoco creo que lujo y elegancia sean sinónimos. Hay lujos de muy mal gusto, y personas muy elegantes que combinan elementos que la mayoría de nosotros podemos y solemos adquirir.
Esto no quiere decir que sean antónimos. Cualquiera convendrá que determinados trajes de -p.e.- Armani, son un lujo, pueden ser lujosos y suelen ser tremendamente elegantes..
Cuando una firma lujosa se limita a ofrecer precios exagerados, y tirada limitada, puede que pase a formar parte de la moda, y como tal será transitorio. Las grandes firmas conocidas por su "lujo" llevan detrás mucho, mucho más que el mero control sobre unidades y precios. La exclusividad tiene un precio, sólamente, o al menos casi siempre que la pieza codiciada tiene algo más detrás. Chanel, Balenciaga, Givenchy y tantos otros, no fabricaron un bolso, se sentaron a la puerta de su casa lo tasaron en millones de pesetas y vino un loco a quitárselo de las manos.
Puede sonar frívolo, pero hay vestidos que son obras de arte, relojes, collares, etc, que son diseños tan válidos como muchas obras más tradicionales de arte, por las que, si pudiésemos, pagaríamos las cantidades que piden.
Todo esto naturalmente no implica que todo lo que es caro, sea bueno, o que valga su precio aunque a veces tal vez si:
recuerden que p.e. el vestido de Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes' servirá para construir 15 escuelas en la India.

Saludos

Stefany Loren dijo...

Totalemente de acuerdo con lo que dices.