sábado, 10 de mayo de 2008

Los uniformes y la elegancia


Existen en nuestra sociedad una gran cantidad de segmentos de población que se ven obligados a vestir uniforme, consecuencia de su actividad laboral, académica o deportiva. Así, nos encontramos con los cuerpos de seguridad y defensa. Militares, policías nacionales, municipales, autonómicos, etc. Son el clásico ejemplo del uniforme, el cual sirve para identificar a los que ejercen su empleo protegiendo al resto de los ciudadanos, velando por el cumplimiento de la legislación o defendiendo al país, entre otros.

Otros ejemplos los encontramos en el deporte, el mundo de la hostelería, que nada tiene que ver con la restauración, por cierto, los colegios o las líneas aéreas. La cuestión es que millones de personas visten de uniforme en el desarrollo de sus actividades cotidianas.

No quiero yo aquí realizar un ensayo sobre el uniforme como identificador de las personas en el ejercicio de su profesión, lo cual creo que es una necesidad básica de la sociedad, máxime cuando existe tanta confusión entre el término “libertad” y el de la “individualización”. Dicho de otra forma, afortunadamente existen los uniformes, porque en caso contrario nos costaría mucho delimitar quiénes son los policías y quiénes los delincuentes o quién es el turista y quién la azafata, lo cual ya ocurre en algunos casos, pero eso es harina de otro costal.

Ahora bien, fuera de esa uniformidad necesaria por razón del oficio, creo los uniformes no existen. Hay personas que piensan que vestir de una determinada forma para ir al trabajo es lo mismo que usar uniforme, pero no es así. Por ejemplo, existen no pocas profesiones en las que los hombres utilizan el traje y la corbata para trabajar. Pero eso no significa que haya que ir vestido de uniforme, como afirman muchas personas, seguramente desconocedoras de la diferencia entre vestir de forma adecuada y utilizar uniforme.

Volvamos al caso del traje y la corbata. No podemos dejar de lado el hecho de que muchas personas que visten así lo hacen por obligación. Se sienten incómodos, extraños, casi aprisionados por la corbata. Los reconocemos rápidamente. Se quitan la chaqueta a la primera de cambio en cuanto entran al restaurante o, incluso, acuden a almorzar dejando la citada prenda en la oficina. Otros se aflojan el nudo de la corbata y/o prescinden del botón superior de la camisa. Seguro que al amable lector no le faltan ejemplos de lo que digo o de otras prácticas rematadamente poco elegantes de los forzados usuarios del traje y la corbata.

Los hay en todos los estratos sociales y en todas las profesiones. En los bancos, hay cajeros que debajo de la camisa –generalmente monocolor- se atisba la camiseta de manga corta, algunas de ellas con estampaciones tipo: “Ahorra agua, bebe cerveza” y otras simpáticas ocurrencias juveniles que nos podrían llegar a sospechar acerca de la seguridad de entregar una importante suma de dinero a una persona con semejante atuendo. Igualmente hemos visto a ministros con el cuello de la camisa tres tallas superior al que necesitaban, lo cual es un problema de los altos y los bajos y que se corrige haciéndose uno las camisas a medida. Supongo que eso es mucho pedir.

No sé si los casos mencionados, dentro del ejemplo del traje y corbata, son una mayoría o una excepción, no creo que haya estadísticas del tema, pero se me antoja que son muchos. Precisamente todos éstos son los que han impuesto esa creencia de que lo suyo es un uniforme. Nada más lejos de la realidad. Algunos vestimos así por convicción. No vestimos de uniforme porque nadie nos lo ha impuesto y elegimos, casi siempre cuidadosamente, lo que nos ponemos. No nos sentimos iguales al resto porque existen diferencias abismales entre nuestra indumentaria y la de los demás. Aunque la principal diferencia está en la forma de llevarla.

Por tanto, hemos de concluir aseverando que los uniformes que nos pretenden endilgar definitivamente no existen sino en la mente de los que quieren continuar vistiéndolos a diario. Una vez más la elegancia perdida.

11 comentarios:

lola dijo...

Hola, conocí a un policía (de la secreta) que su uniforme era una mata de pelo que hacía tiempo que no veía un peine y un aspecto totalmente desaliñado, me enteré que era policía por casualidad, eso fue en la época franquista.
Un saludo,

Gratistotal dijo...

Lo de "el que calor tiene al comer, gañán ha de ser" lo aplico siempre que veo a alguien que se quita la chaqueta en plena comida.

http://elfashionista.net dijo...

uy, a mi me gustan los uniformes de colegio...

Svalbard dijo...

todos odian lo que a todos se les obliga.
yo odio mi uniforme de colegio por ejemplo...


es tan.. azul!



que buen tema.
:)
saludos

Pakithor dijo...

Antes de nada disculpas por el atraso en contestar.

Lola, imagino que en determinados colectivos hay uniformes curiosos. Por ejemplo los de la izquierda radical vasca, con ese aspecto tipo Melendi; los heavies, con las greñas y vestidos de negro y así. Lo importante es que, como a los policías, los podemos identificar rápidamente.

Raquel aquí en Costa Rica la gente sale de la oficina a comer con la chaqueta quitada directamente. Gañanes, gañanes, gañanes. O a lo mejor es que lo ven en las películas de Wall Street...

Mer hay uniformes y uniformes. Esa generalización puede no ser válida en determinados casos.

Svalbard, bienvenido, efectivamente algunos lo llevan por obligación, pero es una imposición que está en sus mentes.

Gracias por los comentarios.

El Aristócrata dijo...

Yom siempre llevo traje por razon de trabajo y sinceramente lo prefiero. Lo prefiero porq de cara al cliente es una forma de respeto; porq admite muchas posibilidades, porq son cómodos, porq te lo pones a la mañana y hasta el dia ss no te tienes q preocupar de q ponerte. Espero q lo del casual Friday no pase del viernes porq entonces tendria q hacerme con otro armario.

Anónimo dijo...

Ni en el colegio ni en mi trabajo nunca me han exigido llevar uniforme, pero no me hubiera importado ya que es una comodidad enorme y un ahorro considerable... por eso nunca he entendido la gente que se queja sobre este tema.

Besos, Jordana.

Apalabrada dijo...

Hola Pakithor, vine a dar con tu blog desde la casa de los blogs. También tengo uno donde nos encargamos de "destruir" la moda y las costumbres humanas tomándolas con humor.

El humor es diferente en los distintos países pero sí puedo decirte que las costumbres son muy parecidas. Con respecto a los uniformes: los odio. :)

Un saludo desde Argentina

Trapiello dijo...

A mi me encantan los chicos con traje,son mi debilidad,pero no soporto un traje sin chaqueta(¿que es eso?),deberia de estar prohibido,si tiene calor se aguanta y punto!!!
Me encanta el articulo esta genial(por otro lado,tengo que decir que a mi el uniforme militar de la marina me encanta(azul marino),que guapos!!!

Pakithor dijo...

Aristócrata a mi es que eso de la "comodidad" como que lo veo lejos de la elegancia. Sobre el tema dejé una reflexión aquí.

Al igual que con Jordana no puedo coincidir. No se trata de ahorro, ni de comodidad, se trata de que yo no uso uniforme. Así de simple. El uniforme sirve para señalar y reconocer a un colectivo concreto. Me rehuso a formar parte de nada.

Gracias por comentar.

Pakithor dijo...

Apa he pasado por tu blog pero no he tenido tiempo de hacerlo con la dedicación que se merece. De entrada me ha resultado un tanto "cortazariano".

Trapiello voy a tener que coincidir contigo sin más remedio.

Gracias por las líneas.