
Empecemos dejando las cosas claras. Busquemos alguna luz, que ladraba Santiago Auserón. ¿Qué es un blog?. Un blog es el intento cibernético de trascender más allá del escritorio, del cubículo, de la mesa camilla, del internet-café. El blog es el instrumento de individualización de la masa. Porque nos guste o no somos masa. Una masa con derecho a columna periodística virtual. Pero una masa al fin y al cabo.
A mi no me gusta hablar de “bitácora”. Me suena a barco. Los barcos zarpan, pero esto de la escritura en la red nunca zarpa. Es el barco en continua navegación. No tiene puerto. Claro que el navegante virtual tampoco sale nunca del puerto. Vive anclado a la mesa camilla, al cubículo, al escritorio, al mostrador de atención al cliente. Desde ahí, desde la seguridad del embarcadero seco, la masa se reivindica. Atrincherado en el anonimato y en la infinitud de la red, con la ventaja de no tener que seguir ni la gramática ni la ortografía, el improvisado escritor se siente único, exclusivo, diferente. Elegante al fin y al cabo. Tremenda falacia.
La terminología del ramo es de lo más extraña. En mi caso no tengo por costumbre “postear”, eso se lo dejo a los especialistas. A los que ponen postes o mi carnicero que corta magistralmente la carne. Y es que uno no tiene facilidad para escribir post, así que lo que hace es escribir artículos e intentar que tengan cierto sentido, sin más pretensión. Los que postean suelen ser esos que tienen blogs de anecdotarios y curiosidades de su vida cotidiana, siempre salpicados de agradecimientos, cadenas –memes para los amigos- y premios de saldo.
Otros que postean mucho son los del estilo callejero. En el argot dirían “street style”, infinitamente más fashion, ¡dónde va a parar!. Son una turba de imitadores que van con la cámara en el bolsillo haciendo fotos a la gorda de la oficina de enfrente en el polígono industrial de turno –sí, esto lo he copiado-, centro comercial si es fin de semana. Luego postean las fotos y las interpretan: “la actitud, lo importante es la actitud”. Concuerdo plenamente. La actitud ante la vida de una persona que se dedica a ir haciendo fotos a las gordas del barrio para luego colgarlas en el blog propio es lo importante, la reflexión de fondo, vamos.
Otra variante mucho más divertida de estos blogs consiste en hacerse uno mismo las fotos con distintos modelitos y exhibirlas. Se me antoja que esta versión es más auténtica. El autor alimenta su ego sin más dilación ni parapeto. Valentía no les falta, aunque suelen saltar con red, la de dirigirse a una parroquia fiel, de la que hablaremos más adelante.
Mención especial requieren los comentarios. Sin comentarios los blogs no tendrían sentido. Hace mucho frío en ese mundo enorme que es la red y, aunque la intención del individuo sea reivindicarse como tal por medio del blog, la verdad es que saber que se nos lee y se opina al respecto de lo que decimos hace que se sienta un poco el calor del acogimiento ajeno. En otra palabras, la individualidad continua siendo importante pero menos.
Pero los comentarios son un arma de doble filo. La inmensa mayoría de los comentaristas son otros escritores de blogs. De éstos, no pocos, comentan buscando visitas para sus propios sitios, no nos engañemos. Otros comentan por cortesía. Por ese extraño sentimiento de amistad internaútica que nos fuerza a entrar en los blogs conocidos y dejar una huella, seguramente esperando reciprocidad. Y así nacen pequeñas comunidades de aficionados al tema, las cuales, súbitamente, empiezan a ser lo que realmente da sentido al blog.
En ese momento, cuando el blog deja de ser expresión individual para convertirse en objeto colectivo, todo cambia irreversiblemente. El instrumento de individualización se transfigura en un lugar común, en un escritorio compartido, en una familia con los pies bajo la mesa camilla. Ya no hay necesidad de ser único, exclusivo, diferente, sino de agradar al grupo, de ser políticamente correcto, de sentirse parte de algo que no se sabe muy bien qué es. Ya tenemos red bajo el trapecio.
A lo mejor estaba yo confundido en la declaración de intenciones y, en realidad, un blog es un escape a la soledad. Menos elegante todavía, o sea.