Valores, no derechos
-
En ocasiones se producen acontecimientos que ponen a prueba la solidez de
una sociedad. Estos meses, desde que iniciara la huelga de los sindicatos
del se...
miércoles, 24 de octubre de 2007
La amistad y la elegancia
Ya lo dijo nada más y nada menos que San Isidro: “Incierta es la amistad nacida de la próspera fortuna”. Pocos lo ven así, menos aún los que entienden la amistad como un valor comercial, fruto inequívoco de su posición social o del nivel de éxito económico que han alcanzado en su vida. A todos estos es muy fácil reconocerlos. Si te invitan a una fiesta de cumpleaños es probable que el aparcamiento de su casa esté lleno de coches lujosos, incluso algunos chóferes. Tirar la casa por la ventana para demostrar lo que se tiene es el síntoma inequívoco de lo que algunos “disfrutan” de la amistad.
La amistad es un valor personal, intransferible y, sobre todo, absolutamente espiritual. Pero hoy lo vienen convirtiendo en un símbolo más del vil mercantilismo en el que se encuentran inmersas las sociedades “avanzadas”. Tener muchos amigos se ha transformado en un ascenso en el estatus social. En una forma de expresar al mundo el grado de aceptación que tenemos. Seguro que cualquiera conoce a alguien que no para de hablar de sus innumerables amistades, todas ellas muy selectas y reputadas, por supuesto. Algunos incluso los nombran con apellido incluido, que supongo que es la forma de demostrar el rancio abolengo del citado.
Pero la realidad última es que tener muchos “amigos” no es un síntoma de elegancia, dado que a la hora de la verdad los “amigos” suelen ser “conocidos” y a veces ni eso. Recuerdo el día en que un compañero de trabajo, muy aficionado a nombrar a sus distinguidos amigos –por el apellido, claro está-, dijo ser amigo del director general de un banco, con tal mala suerte que a las pocas semanas el “amigo” banquero vino a reunirse conmigo y ni siquiera lo reconoció.
Otros organizan grandes fiestas para demostrar su poder económico a los “amigos”. Ocurre en determinados círculos en los que se invita a cualquiera que ha conversado más de cinco minutos seguidos con el anfitrión durante los últimos dos meses: “Vente a mi casa el viernes que doy una fiesta con unos amigos”. Por supuesto los “amigos” son una colección de verdaderos desconocidos, los cuales a su vez aprovechan la invitación para contar que han estado en la fiesta y así hacer ver lo selecto de sus amistades.
El colmo de la falta de elegancia aplicada a la amistad es la necesidad imperiosa de algunos por adquirir bienes de lujo para mostrárselos a los “amigos”. El coche último modelo no es tan bonito si los de mis “amigos” son mejores. El apartamento en la playa cobra verdadero sentido cuando los “amigos” saben que lo tengo e incluso vienen a visitarme. Así se convierten en irrefutables nuestros logros materiales, en el preciso momento en el que los lucimos ante las amistades, por superficiales que sean estas.
La amistad, para desgracia de muchos, no se puede medir en números absoluto, ni tan siquiera relativos. Los “amigos” de hoy seguramente lo son al calor de la bonanza que nos sonríe, como decía San Isidro. Los que nos buscan para compartir nuestros días de vino y rosas. Los amigos de verdad están cuando luce un sol espléndido, pero también cuando el cielo se torna nublado. Cuando las nubes del horizonte apenas se vislumbran y cuando nos alcanzan de forma súbita. Cuando la abundancia se convierte en frugalidad y la compartimos mirándonos a los ojos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
Nadie puede tener muchos amigos. Se confunden amigos con conocidos. Amigos de verdad se tienen poco, no más de 5.
y queda muy feo presumir de amigos qu luego no lo son. Es patético.
un abrazo.
Ay! don Paco este si que me ha gustado,creo que eres un amigo de esos 5 que una persona puede llegar a tener, lo más importante es que tienes claro qué es una amistad y eso es difícil de encontrar en el medio que te rodea,sabes, lo mejor que le puede suceder a uno, es encontrar un amigo, aunque sea uno...
Hola Paco, estoy de acuerdo contigo: amigos: pocos, conocidos: muchos. Puedo decir que tengo muy buenas amistades, y no son ni ricos, ni famosos , yo tampoco lo soy, pero se que cuando necesite algo siempre habrá alguien dispuesto a echarme un cabo. Y poniéndome un tanto cursi, lo siento, creo que los amigos son como las plantas: hay que cuidarlos y mimarlos de lo contrario terminan marchitándose.
Un saludo afectuoso,
Vale, los amigos se eligen pero, ¿Qué pasa con la familia?
Hola pase y me gusto el post, bueno sabe tiene razón la amistad son aquellos amigas/os los q estan con nosotros en los momentos malos y buenos. ok chauu un abrazo
Buena tu apreciación en este post. Me gustó mucho el final, con cierre en lo que verdaderamente vale la pena de la amistad: los verdaderos momentos compartidos con los amigos.
La descripción de inicio es triste y nunca me ha tocado verlo, pero si creo que sucede. Si he visto algo de esa amabilidad que se siente un poco falsa a veces, en el trato de personas adineradas hacia otros, cosa que es muy fácil de identificar, y que a su vez da un invaluable valor a las personas que pese a todo el dinero que tengan, no pierden ese valor humano,y amabilidad que se recibe de igual forma a quien así le puede corresponder. Por otro lado si yo tuviera fincas, casas, lugares bonitos para recibir invitados me encantaría compartirlos con todo el mundo, porque que desperdicio solo para uno, sería una forma de agradecer a la vida, al trabajo y al esfuerzo con que se logró, dicha posesión material.
Muchas gracias a todos por los comentarios.
Ramón, efectivamente la familia no se elige. Si algunos pudieran hacerlo no dudes de que acabarían con su pasado.
Eve, compartir lo bueno con los amigos es igualmente bueno. Pero compartir es una cosa y enseñar es otra.
Abrazos.
Publicar un comentario