viernes, 17 de agosto de 2007

Un baño de "Primer Mundo"


Un amigo mío español y residente en Miami desde hace 25 años me comentó, en mi primera visita a esa ciudad estadounidense, que existen dos clases sociales en Latinoamérica: los que tienen apartamento en Miami y los que no lo tienen. Por aquel entonces yo estaba recién aterrizado en esta parte del Atlántico, así que me pareció un tanto exagerada la afirmación de mi amigo. Luego, el tiempo de residencia en las antiguas colonias españolas y el conocimiento de sus gentes, me han hecho ver que aquella reflexión era muy cierta, aunque con ciertos matices.

Sin llegar al extremo de tener una casa en Miami, aunque no son pocos los tenedores de una, lo cierto es que cualquier latinoamericano de posición acomodada que se precie viaja al menos una vez al año a lo que algunos han llegado a denominar como “la sucursal del cielo”. Porque la ciudad de la Florida es a Latinoamérica lo que era antaño en España la capital al pueblo. Recuerdo como en mi tierna infancia los viajes a la capital de la provincia eran todo un acontecimiento.

Porque para los latinoamericanos con cierto poder adquisitivo sus países son aburridos, monótonos. Siempre las mismas caras, las mismas tiendas, los mismos restaurantes. De ahí que tengan que ir a Miami a meterse en un centro comercial tres o cuatro días consecutivos durante doce horas seguidas. Así, embutidos entre carteles luminosos y rodeados de otros latinoamericanos, ya sean inmigrantes o visitantes pueblerinos como ellos, sienten que forman parte de ese maravilloso y anónimo espectáculo que es el consumismo del “Primer Mundo”. Los ciudadanos pudientes de estas latitudes se transforman, por el módico precio de un billete de avión y varias noches de hotel, amén del insustituible coche de alquiler, en verdaderos miembros de la clase media de un país desarrollado. ¿Qué país desarrollado?. Del más desarrollado de los países del mundo.

Esa experiencia no tiene precio para todos estos miles de latinoamericanos que ya, una vez recibido el baño de “Primer Mundo”, sienten que forman parte de él, aunque sea de forma fugaz. Pero la experiencia se prolonga, porque con la costumbre del viaje anual –mínimo- conocen en profundidad cómo es Miami, el nombre de sus centros comerciales, sus avenidas, sus carreteras, así como las tiendas y los restaurantes. Entonces llegan a sus países de origen y pueden hablar con sus familiares y amigos con propiedad: “Estuvimos en Cheesecake Factory y tuvimos que esperar una hora hasta que nos dieron mesa”. Lo cual es bastante lógico porque todos los latinoamericanos que andaban en ese centro comercial fueron a comer allí.

Ese gran conocimiento de la ciudad de Miami se viene abajo si uno se atreve a preguntarles dónde queda el Museo de Vizcaya, dado que tan insigne lugar no tiene tiendas y además no queda en el camino del “mall” al hotel. En cualquier caso, ¿cómo van a ir a Miami a visitar un museo si ni siquiera han visitado un museo en sus propio país?.

Otra de las ventajas de darse el baño de “Primer Mundo” es que se practica el inglés. Pero el inglés de verdad, no ese que hablan en la cafetería con las amigas muchas latinoamericanas con pretensiones de estrella de Hollywood. Entonces uno asiste a los diálogos absurdos entre hispanohablantes que se producen en Miami. No hay nada más ridículo que dos latinoamericanos hablando en inglés, porque al final acaban sin entenderse y tienen que recurrir a la lengua materna, entonces es cuando el visitante piensa: ¡Ahora sí soy cosmopolita!.

14 comentarios:

Ramón Villaplana dijo...

No se les puede culpar por tener una vena consumista que quieran saciar, todos la tenemos en mayor o menor medida. La pena es que el estado económico de sus países no les permíta tener esos servicios en su interior y tengan que viajar fuera. Criticas que no vayan a los museos, pero es cierto, nos educan para consumir cualquier cosa menos cultura. La cultura no da dinero y es para unos pocos que saben apreciarla.

Ahora bien, te doy toda la razón en lo del inglés.

Un abrazo.

lola dijo...

Hola Paco, tú siempre tan...mordaz, pero no sé, no puedo hablar con conocimiento de causa porque NUNCA he estado en Miami, y pude haber ido a vivir allá, pero preferí quedarme aquí, ¿la razón? un español me robó el corazón. Un saludo

ev dijo...

Paco, le falta moraleja a tu artículo. Si bien algunos textos están dirigidos a dejar un mal sabor a propósito y totalmente intencionado por el autor, me gusta extraer de los comentarios, aquello que ha quedado perdido en medio de todo y que conviene rescatar, “el sentido de la elegancia” en tu caso como motivación principal. Si yo me diera este baño en la India, viendo hermosos templos ancestrales, a lo mejor luzca muy cultural, pero igual podría ser muy consumista. El turismo ecológico es consumista, el turismo cultural también, si lo ves desde la perspectiva de pagar por algo que te da una satisfacción y bien, la cuestión no esta en que consumes o en que necesitamos o incluso en que realmente satisfacemos. La ciencia está en reconocer las diferencias. Y en el cómo interpretamos las experiencias.

Anónimo dijo...

El turismos es consumista de por así. En cuanto sales de casa gastas dinero. de que países lationamericanos van sus cuidadanos a Miami ?

Pakithor dijo...

Ramón,

Este no es un problema de tercermundismo real, sino de tercermundismo mental. Aquí hay tiendas muy exclusivas, pero lo importante es darse "el baño".

Lola,

Habla con tus paisanos y que ten cuenten...

Eve,

Precisamente tu debes tener clara la moraleja. Los ticos de clase alta son expertos en los "malls" de Miami, eso es lo que ellos piensan que los distinguen del pueblo llano.

Fernando,

Miami es algo así como la capital de Latinoamérica. Cuanto más cerca más frecuentes los viajes, pero desde el Río Grande hasta el Cabo de Hornos, no falla ni uno.

Saludos y gracias por los comentarios.

Anónimo dijo...

Las veces que he estado por alla no he tenido la oportunidad de visitar malls, pero las ganas no me han faltado. No veo tan mal sentirse cosmopolita de vez en cuando.

Saludos Paco.

Anónimo dijo...

Ademas acordate que el precio de los tiquetews ha bajado conciderablemente, ya queda algo de plata para el gallo de huevo duro... : )

Disculpame las faltas de ortografia, ando de gira lejos de mi Mac.

Chepe Centro dijo...

Nada como ser del Jet Set! O en el caso de nuestra tiquicia, del avioneta set!

Anónimo dijo...

¿Avioneta Set? No no.

"Cazadora-Set"... jaja...

Ramón Villaplana dijo...

Has sido premiado, compañero.

http://villaplana.blogspot.com/2007/08/thinking-blogger.html

Julio Córdoba dijo...

Jajajajaaj!!!! Qué bueno: con apartamento y sin apartamento!!!!

En mi opinión Miami conjuga lo mejor de ambos mundos: el calor humano hispanoamericano pero en el sistema capitalista (si pudiera me mudaría).

Y sí es desesperantemente escuchar la maicerada de dos mozotes hablando en inglés y PEOR AÚN cuando hablan español con acento agringado!!!!!

Lino Moinelo dijo...

Hola. Si no he escrito algo antes, es porque estoy casi siempre de acuerdo.

Y en este caso también, en lo esencial. Respecto a la educación consumista y visitar museos, que dice Ramón, es verdad, no se les puede culpar. Pero alguien les tendrá que dar esta visión de lo que hacen, o sea, que algún día tendrán que aprender, digo yo.

Saludos

Anónimo dijo...

Hola me parece que estas generalizando no todos somos asi y es cierto en los paises sub desarrollados es muy monotomo todo y cuando llegan pueden ser un poco ostentosos pero repito generalizas hay mucha gente latinoamericana que hace viajes culturales y su actitud es normal y poco ostentosa y te lo digo yo que tengo 13 años y soy latinoamericana

Pakithor dijo...

Daniela,

Muchas gracias por tu comentario. Por supuesto que es una generalización. Precisamente en eso consisten las generalizaciones en que describen lo que hacen la mayoría. Desafortunadamente lo que yo aquí vengo a relatar es eso lo que hacen la mayoría de los latinoamericanos: ir a Miami de compras y a comer a Cheesecake Factory.

Felicidades por ser parte de esa minoría con la que intento siempre compartir mi tiempo.

Saludos.