El balance necesario
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A pesar de que desde abril de este año, mes y medio después del inicio de
los efectos de la pandemia, ya se hablaba de una negociación con el FMI
para la...
viernes, 18 de julio de 2008
Los negocios y la elegancia
Una de las principales consecuencias de la influencia de los medios de comunicación masiva es la sed por poseer muchos bienes. La forma de obtener esos objetos –o servicios- es mediante el ingreso de dinero. Mucho dinero. De ahí que la consecución del vil metal haya desterrado gran parte de los principios fundamentales sobre los que se asentaba la convivencia en sociedad. El mundo de los negocios es el que más afectado se ha visto por este motivo.
Tradicionalmente se ha dicho que un apretón de manos es suficiente para cerrar un trato. Eso sería en la Edad Media o, como mucho, en ciertos reductos. Hoy estrechar las manos es como hacer una raya en el agua: instantáneamente desaparece. Peor aún si la contraparte es estadounidense.
Después de horas de negociaciones, el mes pasado llegué a un acuerdo verbal con un gringo acerca de un contrato. Todo se cerró con el tradicional choque de manos entre sonrisas y bromas. Pues bien, al día siguiente cuando recibo la propuesta del acuerdo negro sobre blanco no tenía absolutamente nada que ver con lo negociado. El tipo reflejó en el papel exactamente su propuesta inicial y las horas de negociación –ni que decir tiene el apretón de manos- no sirvió absolutamente para nada. No hace falta que comente lo engañado que uno se siente en estas circunstancias.
Porque esto de los negocios ya no es un tema de “pactos entre caballeros”, ni de “la palabra dada es ley”, como lo fue antaño. La falta de elegancia, amén de la ausencia de ética, es tan acusada en el mundo empresarial como lo pueda ser en el del corte y confección, contra el cual no tengo nada, por cierto. Los negocios se fundamentaban en la confianza mutua, en el valor de la palabra dada, pero nada de eso tiene sentido hoy.
Ahora todo es a golpe de correo electrónico recortado y descortés, por culpa de las pdas, dicho sea de paso. Todo se envuelve con la mística de las palabras grandilocuentes y vacías, preferiblemente en inglés, que es el idioma de los negocios. En medio de la hipocresía y la falta de ética se introducen frases como “esto tiene que ser una negociación win-win”, es decir, en la que todas las partes ganen, una gran mentira, como comprenderán. Otra curiosa y muy de moda es esa que dice algo así como: “tenemos que pensar que esto en una long term relationship”, lo cual significa que si le bajas el precio puede que te vuelva a contratar.
Otra de las grandes estratagemas, colmo de la ausencia de elegancia, consiste en mezclar lo personal y lo profesional. Así, no es extraño que a uno le cuenten sus penurias económicas o los esfuerzos que hacen algunos padres por enviar a sus hijos a colegios o universidades carísimas, "la educación es lo primero", faltaría más. El objetivo no es humanizar los negocios, no caigan en el error, sino intentar sacar algún tipo de ventaja en la negociación que se avecina.
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17 comentarios:
estás correcto! los tacones de nicole son altos para caminar...hehehe
muchos besos
muy bueno post!!
Odio las hipócritas comidas de negocios en que los asistentes (muy típico en los hombres) rien a carcajadas, cuando lo que quisieran hacer realmente es lanzarse los cuchillos y tenedores. Yo en temas de negocios y contratos según mis amigos peco de ir demasiado al grano... parece que no es elegante. Tal vez sea así, pero me evito malentendidos y sobretodo decepciones.
Besos, Jordana.
Mi padre, q.e.p.d. era de las personas que aún creían que palabra dada era palabra empeñada, lo que motivó que al final de su vida se viera sin nada por lo que había luchado, ahhh, pero he tenido la satisfacción de ver al sinvergüenza hundido en la miseria.
Y por cierto en sujeto en cuestión no era yanki, sino español. En todas partes cuecen habas.ç
Un saludo,
"Negocios y elegancia"... no sé, sólo te falta escribir sobre "Delincuencia y elegancia". Son enunciados que ya lo dicen todo, empleas términos en sí mismo incompatibles.
Kira a mi es que los tacones con plataforma simplemente me parecen horribles.
Jordana tienes razón en cuanto a eso de "ir al grano", aparentemente no parece elegante, pero tal y como está el patio yo cada día voy más en esa dirección. El otro día sin ir más lejos fui a negociar el alquiler de una oficina y la contraparte empezó a contarme que su hija se iba a casar, era la primera vez en mi vida que veía al señor -igualmente gringo, por cierto-. Cuando hubo una inflexión en el relato le dije: "A lo que vinimos, ¿me alquila Ud. la oficina o no?".
Lola en todos sitios cuecen habas, pero en algunos las ollas son inmensamente grandes.
Bueno "Carlos", no siempre es así. En cualquier caso se aceptan ideas y recomendaciones.
Gracias a todos.
Pakitor,
Una anotacion a eso de que en todos lados cuecen habas o "lecciones de Ticoexpat para hacer negocios en Asia".
Leccion 1:
En Asia, los contratos son una invencion extranjera. Entiendase que las negociaciones empiezan a partir de que se firma el contrato, y que de todas formas, la version que usted tenga no esta clavada en piedra, a menos que este en el idioma asiatico respectivo (chino, japones, vietnamita, indones, malayo, etc.), en cuyo caso se acepta la interpretacion que el otro le de -su version en ingles no vale ni de referencia.
Por fortuna o por desdicha nunca he tenido que negociar con asiáticos, pero me consta que son complicaditos. Otros que se las traen son los árabes y los judíos no se quedan cortos. Lo bueno de todos estos es que son más directos y menos falsos que los gringos, en mi opinión.
Gracias por el consejo.
Me ha fascinado tu blog, muy interesante y reflexivo. Y en efecto, las negociaciones suelen afectar casi siempre a alguna de las partes, uno siempre gana más que el otro. Aunque yo he tenido más decepciones de mismos compatriotas tranzas, flojos e irresponsables, he tenido más suerte con el profesionalismo y buena palabra de extranjeros.
Muy interesante!!
Creo que si tienes palabra,un apreton de manos es lo mismo que la palabra escrita...por lo menos para mi tiene el mismo valor,si quedo en algo, aunque solo sea de palabra lo hago y punto,me parece horrible lo otro,una falta de caballerosidad y de todo...
Hola Pakithor!!
De cabeza a ver tu nuevo entrada.
Siento lo del contrato fallido sobre todo es la cara de de "gi..."que se te queda al ver que has perdido todo un día acabando en un "sí,sí" para nada...Pensaría que no te ibas a dar cuenta,o qué??
Me sumo a lo de los zapatos con plataforma,Manolo Blanhnik tambien lo piensa.
Un abrazo.
Gracias por los comentarios. Mañana salgo para los EE UU para intentar arreglar el desastre de la negociación fallida. Definitivamente con impresentables que no tienen palabra ninguna no se puede trabajar.
Saludos.
mucha suerte Pakithor!
no vienes pa españa???
Gracias Beatriz.
Pronto, Raquel, pronto.
hola, no puyedo evitar que me encante tu blog! lo acabo d descubrir y me encanta! amis favoritos! un elegante besazo!
hola, para mi la palabra dada sigue valiendo. Yo la cumplo, y si te llevas chascos en el corto plazo pero en el largo plazo suele funcionar. Me explico, el que no cumple su palabra para mi a terminado, al margen de lo que este firmado. Los arabes, una vez que han dado la palabra, es muy raro que no la cumplan. No me ha pasado nunca, eso si puedes tarder una semana y 10 reuniones en cerrar un acuerdo. Juegan a la presión, y esperan hasta el ultimo minuto, hasta que tienes ya la tarjeta de embarque en la boca para cerrar el acuerdo. Otra caracteristca del arabe es que siempre tiene que negociar y regatear. Asi que con Arabes, paciencia y sobre todo en la propuesta inicial dejar margen para bajar. si no consigue rebajar piensa que no ha echo su trabajo. Gringos, lo importante es negociar con el adecuado, que no tenga que llegar a la oficina y que se lo apruebe su jefe, esto pasa tambien en España. Y por último, la palabra dada solo vale con personas no con organizaciones. Aunque negocies con el dueño, este puede vender la empresa asi que una vez dada la palabra, contrato para lo que pueda pasar.
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