Me imagino que es un fenómeno global. Ahora a todo el mundo le ha dado por correr. Sí, sí, correr. Sin motivo aparente, sin que medie aquella persecución de los grises, ahora las lecheras de los nacionales que tanto han popularizado las legiones indignadas. Correr así, por gusto, parece que está de moda.
Y como cualquier moda de las muchas que transitan por nuestras vidas, el ser humano necesita, como animal gregario que es, anunciarlo a los cuatro vientos. Así, los corredores de nuevo cuño se reivindican en las redes sociales. En el tuister: "@runner_CR acaba de correr 8.7 kms en 58:14 y utilizó Nike App para iPhone". Con lo cual se matan varios pájaros de un tiro. El primero decir que corremos, el segundo que tenemos iPhone y el tercero que tenemos un artilugio para ir corriendo con el móvil colgado en alguna parte del cuerpo. La cuadratura del círculo, oiga.
En feisbuk la cosa es peor. Porque en el tuister lo que leemos son datos concretos o afirmaciones más o menos afortunadas, tipo "14 Kms check y con buen tiempo", es decir, que no llovía. Sin embargo, en feisbuk tenemos que ver la cara de los corredores aficionados en plena acción, con esa expresión de sufrimiento que tienen los atletas noveles y la cristalización del sudor en varias partes del cuerpo y la ropa. ¿De veras se sienten orgullosos?. No lo creo.
El espectáculo para el espectador que, como un servidor, no comprende como hay gente que se dedica a correr sin motivo aparente, resulta dantesco. ¿Qué gracia tiene ver a una persona con poca ropa sufriendo voluntariamente para perder unos kilos y sudando desaforadamente?. Por favor, piensen antes de contestar.
Los lunes, al menos aquí en Costa Rica, la galería de fotos de las carreras dominicales es interminable. Porque ese es el otro drama de estas exhibiciones públicas de contrición física: se han convertido en un negocio pujante. No hay que ser un iluminado para comprobar que ahora se corren maratones en todas las ciudades del planeta, desde la tradicional Nueva York hasta el último pueblo de Guatemala, por ejemplo.
Por no hablar de las infinitas carreras benéficas que se suceden cada domingo. Contra la malaria en Bretaña, contra la esclavitud infantil en Brunei, a favor de los sin techo de Katmandu... cualquier causa es buena para montar una carrera dominical. Carreras por otro lado que suman un incentivo más a la hora de colgar la foto en feisbuk, no sólo aparecemos corriendo y sudando como animales no rumiantes de pezuña hendida, sino que lo hacemos por una buena causa. No por perder peso o cumplir el punto vigesimo cuarto de la bucket list, ni tampoco para sacar a pasear el ego. Jamás. Lo hacemos por los niños bruneanos, sometidos como esclavos al totalitarismo petrolero.
Correr parece que tiene innumerables efectos positivos para el organismo. Ahora se habla mucho de la endorfina que se produce con esto de dar zancadas por los parques. Algo que desconocíamos como resultado de la actividad física y siempre habíamos asociado al consumo de sustancias estupefacientes. Entonces uno oye hablar al maratoniano en ciernes sobre la sensación irremplazable de bienestar que le genera correr. La verdad es que yo lo único que recuerdo de correr es que produce cansancio y al día siguiente un gran malestar, traducido en pocas ganas de levantarme de la cama.
No recuerdo quién dijo que en las biografías de los mártires siempre intuyó algo de vanidad. Pero a mi me suena que en esto de correr van por ahí los tiros.
El balance necesario
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A pesar de que desde abril de este año, mes y medio después del inicio de
los efectos de la pandemia, ya se hablaba de una negociación con el FMI
para la...
8 comentarios:
Paco, como madre de corredora de montaña y montañera, federada en ambos deportes, te digo que no tienes ni idea de lo que hablas (escribes)
ambos deportes requieren mucho entrenamiento y sacrificio, y por supuesto no es una cuestión de moda, no creo que alguien pueda ser tan tonto como para meterse en un deporte de este tipo si no le gusta. ¿Que por qué lo hacen? pues supongo que lo mismo que a otros les gusta mirar el horizonte, o beber una copa en un bar, a otras personas les gusta conocer cuáles son sus límites físicos.
Un saludo,
Hola Lola,
Efectivamente, no tengo ni idea de la cruda realidad del atletismo globero, que es como llaman en mi pueblo a los ciclistas domingueros. Simplemente me guió por lo que veo a mi alrededor, que no es poco.
Respecto al atletismo amateur que practican personas que se dedican al tema compaginándolo con sus trabajos, tengo un amplio conocimiento y sé lo difícil que es competir. Pero de ellos no hablo en mi artículo, como creo que es evidente.
Correr, estimada Lola, es una moda. Divisar el horizonte es un placer clásico y además usualmente privado.
Afectuosos saludos.
Grande Paco, hace rato vengo criticando esa nueva moda. Ahora todo mundo corre y peor aún el: "Yo siempre he corrido, aún antes de que fuera popular"
Paco, creo que confundes dos cosas muy distintas en tu comentario. Una es la moda de correr - criticable o aplaudible, es cuestión de gustos -, y la otra es el exhibicionismo en las redes sociales, que encuentra en esta moda atlética un nuevo canal de expresión.
Yo no corro porque mis pobres rodillas y mis destrozados tobillos ya no aguantarían el trajín, pero desde hace varios meses estoy saliendo a caminar, y después de más de 20 años de sedentarismo absoluto, estoy empezando a ver los beneficios en mi química sanguínea y en mi nivel de energía. Me verás un poco más delgado, pero lo que no me verás haciendo es colgando fotos en FB de mi camisa sudada o de mi cara atomatada, ni mucho menos "posteando" mis recorridos, tiempos y distancias.
En resumen, hacer ejercicios no es para todo el mundo, pero si correr se ha puesto de moda, pues es una moda infinitamente mejor que la de ponerse piercings en la lengua, el ombligo y las cejas. Lo que sigo encontrando intolerable es la gente que por medio de la red social te anuncia qué desayuna, dónde y con quién, cuánto ejercicio hace, y si se bañó con agua fría, tibia o caliente. Insisto, son dos cosas muy distintas.
Por cierto, soy Eli... es que se me olvidó el password de mi cuenta de google!!!
Mi querido Eli,
Te voy a contar una de las anécdotas más importantes de la Historia de la Tauromaquia y vas a entender perfectamente el sentido de mi artículo.
Corría el año 1954 cuando el maestro Luis Miguel Dominguín encandiló a la famosísima actriz Ava Gardner.
Después de la primera noche que pasaron juntos, el torero se levantó de la cama al alba, cuando los primeros cafés estaban abriendo sus puertas. La Gardner, sorprendida por lo temprano que era, preguntó a Dominguín:
-¿Dónde vas tan temprano?. ¿No quieres quedarte conmigo en la cama?.
A lo que el torero respondió:
- ¡Adónde voy a ir!. ¡A contarlo!.
Un abrazo.
Jajaja!!! ¡Excelente, Paco! No me queda más que decir, como el Chavo del 8, así pos sí!!!
El secreto profesional me lo impide pero daría mucho juego poder fotografiar a un buen número de devotos padres y madres de familia que todas las mañanas llegan al colegio a dejar a sus hijos enfundados en licras coloridas que se deben meter con calzador y pertrechados de cables y dispositivos varios adheridos a brazos y muslámenes varios que imagino son medidores de todo tipo y GPS.
Admito que todo podría empeorar si vinieran de la misma guisa pero después de ejercitarse, sudorosos y olorosos ellos.
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